sábado, 17 de septiembre de 2011

Sergio Fajardo


"Cada cierto tiempo y especialmente en épocas de campaña electoral, con referencia a personas que estamos en la vida pública aparecen y circulan agresiones, algunos comentarios amables, chismes de todo tipo, mentiras de todos los tamaños e, incluso, muy de vez en cuando, opiniones con argumentos, y más extrañas aún, verdades rigurosas. Es la política, dicen. Hay de todo. Rabia, incomunicación, intereses, velados y no tanto, envidias, rencores que se construyen en el tiempo, y también, sin duda, afectos. Después de todo para muchas personas la política es una batalla, una guerra y el objetivo es ganarla, a cómo de lugar: el fin justifica los medios en todo su esplendor. Hay expertos en destruir, en golpear, en hacer daño.
Siempre he pensado que la forma como se llega al poder determina cómo se gobierna: creo que son los medios los que determinan el fin. El camino que se recorre y cómo se recorre son la medida de lo que podemos esperar en el ejercicio del poder. No tengo la menor duda de que una gran parte de la política es tramposa, en diferentes niveles y formas. Hay trampas de todos los tamaños. Veniales y capitales. Pero por un lado o por el otro, es el territorio abonado de la cultura de la ilegalidad y, naturalmente, la corrupción.
La frase lapidaria “Así es la política. No hay nada que hacer”, utilizada incluso por personas que, en principio, representan altos valores, es una forma de justificar las cosas. Se busca que todos terminen siendo más o menos iguales y, por supuesto, entre iguales, no se pisan las mangueras. ¿Han escuchado alguna vez una discusión sobre los topes de gastos de las campañas? ¿Alguien ha sido señalado por sobrepasar los topes? O a lo mejor, nunca los sobrepasan. ¿Acaso hay alguna discusión entre los partidos políticos acerca de las personas que los representan y que hoy están en la cárcel? Si todos tienen a alguien en la cárcel, todos son iguales. Hagámonos pasito. ¿Alguna vez hemos visto en Colombia a dos corruptos acusándose mutuamente de corruptos? ¿Sacándose los trapitos al sol?
Para entender el tema aplico una fórmula muy sencilla que aprendí de la lógica matemática: principios+coherencia+consistencia=confianza. Esto significa tener muy claros cuáles son los principios que inspiran nuestra participación en política:Los conceptos fundamentales con los cuales interpretamos el mundo y con los que nos acercamos a cada tema. A renglón seguido, cada acción debe respetar los principios, no contradecirlos y, por supuesto, los principios no se cambian de una situación a otra. Así se construye la confianza.
¿Qué implica actuar de acuerdo a esto? La principal acción es no entrar al terreno que nos invitan, a las que he denominado las cañerías de la política. No es fácil, saben provocar, mienten en forma descarada, agreden y golpean para tomar la iniciativa. Sin duda que muchos de esos hacen parte de un mundo de mitómanos y sociópatas. Son conscientes de que la mentira y el insulto son condición para atacarnos y buscan la destrucción de la confianza que hemos construido. Tienen plata, organizan ejércitos pagados para regar cuentos, no tienen ningún problema en decir cualquier cosa, detrás hay un principio, “que hablen de uno, bien o mal, pero que hablen”. Un caso particular del fin justifica los medios. Saben que su poder no está precisamente en la confianza, Tienen testaferros que les hacen el trabajo, muchas veces, por desgracia, en los medios de comunicación. Pueden ser sutiles o abiertamente agresivos. Intimidan.
Nunca en mi vida le he dado un golpe a otra persona, ni tampoco me lo han dado. Nunca me he sentado a pensar cómo hacerle daño a alguien. En ocasiones me he equivocado, especialmente al ser injusto en apreciaciones sobre personas por no estar dispuesto a verlas con una mirada más amplia, más generosa. En oportunidades me he dejado llevar por el malestar y he utilizado un lenguaje incorrecto para referirme a otras personas o para responder algún comentario. No debería haberlo hecho. Por momentos es difícil mantener la serenidad, pero siempre me esfuerzo en hacerlo. Creo que voy mejorando, tengo una mayor capacidad para atender otras opiniones, pero todavía tengo camino por recorrer.
Para terminar respondo: no responderé ningún insulto, no me dejaré provocar por las agresiones. Es decir, no entro a la cañería. Responderé todas las preguntas y controversias que sean planteadas en forma transparente y que sean decentes en el lenguaje y el contenido. Después de todo sigo creyendo que la política es de ideales, que se lidera con el ejemplo, que quienes estamos en la vida pública somos los principales educadores de la sociedad, que el arte de gobernar consiste en conseguir lo mejor de cada persona, de cada comunidad, empezando, por supuesto, por nosotros mismos."
Publicado por Eugenia.

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